“Tu actitud determina tu altitud”, es un dicho muy cierto que al aplicarlo en nuestras vidas puede llegar a tener un gran impacto.
Al despertar, cada uno de nosotros decidimos qué tipo de día tendremos. Todo se basa en la actitud y la perspectiva para enfrentar retos, oportunidades y situaciones cotidianas al relacionarnos con los demás.
En mi caso, hay tres filosofías en las que me apoyo para tener todo el tiempo en mente tanto el propósito de mi trabajo, como la motivación para hacerlo. Me han ayudado a tener una visión positiva, obteniendo como resultado una mayor satisfacción en lo que hago:
Apreciar los retos. Los que más ponen a prueba tu conocimiento y tu experiencia son los que resultan en un mayor crecimiento a nivel personal y profesional. Es importante valorar esos momentos y darte la oportunidad de sentirte incómodo, de salir de tu zona de confort y crecer.
Vivir el arte de lo posible. El verdadero arte de lo posible es nunca limitar las oportunidades con percepciones o barreras autoimpuestas que a fin de cuentas puedan ser superadas. No dejes que tus prejuicios, inseguridades o miedos te detengan. El poder de hacer que cada día sea el mejor día, radica en ti.
Aprender constantemente. Dicen que la suerte es lo que sucede cuando Preparación y Oportunidad se encuentran. En un mundo que evoluciona a pasos acelerados, el desarrollo continuo es la clave para tener éxito en cualquier industria. Nuestra habilidad e interés por aprender nos mantiene innovando en nuestro sector. Prepárate hoy para las oportunidades que te esperan.
Todos tenemos el potencial de transformar nuestro entorno. Para lograrlo, siempre tienes que garantizar que estás ofreciendo la mejor versión de ti mismo, sin importar la industria en la que te encuentres.
Tu actitud puede mejorar o empeorar tu día. Así que te invito a decidir cada mañana qué tipo de persona quieres ser – para ti mismo, tu equipo de trabajo, tu familia y tu comunidad.
Recuerda, no te limites. Todo es posible.